Estudios revelan que beber suficiente agua nos pone de buen humor

Beber suficiente agua aumenta nuestro bienestar y mejora nuestro humor

El profesor Solimene explica cómo una ingesta diaria adecuada de agua puede conducir a una mejora en el estado de ánimo.

El agua representa un verdadero aliado de las personas en la vida cotidiana, no solo desde el punto de vista físico sino también psicológico. De hecho, se ha demostrado la correlación entre una correcta hidratación y el estado de ánimo, principalmente debido a que nuestro tejido cerebral está compuesto aproximadamente en un 85% por agua.

El agua nos pone de buen humor

Una buena hidratación, además de ser la base del bienestar de nuestro cuerpo en general, es un índice importante de un correcto equilibrio anímico; explica el profesor Umberto Solimene de la Universidad de Milán y experto del Observatorio Sanpellegrino.

El agua facilita el transporte de triptófano -el aminoácido que se convierte en el cerebro en serotonina- aumentando así el nivel de esta sustancia en nuestro organismo y en consecuencia limitando también el mal humor.

Existen numerosos análisis, realizados a nivel internacional, que han contribuido a corroborar esta tesis. Por ejemplo, se efectuó un estudio, publicado en 2015 en la revista internacional «Appetite», en el que participaron 120 mujeres en buenas condiciones de salud, para evaluar el efecto de la ingesta diaria de agua sobre el estado de ánimo.

Después de un período de encuesta de 5 días, se encontró que aquellos que bebían más agua mostraban una actitud y un estado de ánimo más positivos que los participantes del estudio que bebían menos.

El agua puede afectar el nivel de intercambio de electrolitos en varias áreas del cerebro, incluida la que afecta el estado de ánimo. Según el profesor Solimene, las aguas que contribuyen a una mejora del estado psicoemocional son aquellas que contienen una mayor cantidad de magnesio.

Una hidratación adecuada ayuda a mejorar nuestro enfoque de los pequeños desafíos que surgen todos los días. Este mecanismo de causa y efecto demuestra ser particularmente eficaz en los deportes: un estudio de la Universidad de Bath examinó una sesión típica de ejercicio recreativo en adultos sanos (52) para verificar cómo los sujetos hacían frente a estos esfuerzos en función del nivel de hidratación.

Durante el análisis, primero se analizaron las muestras de orina de los participantes -para verificar el nivel de densidad, detectando así los niveles iniciales de hidratación individual- y se realizaron valoraciones psicológicas iniciales. El 37% de los sujetos presentó una densidad urinaria superior a 900mOsmol/kg (-1), por lo tanto, un bajo nivel de hidratación, lo que llevó a afrontar los ejercicios propuestos con un enfoque más pesimista y negativo, en comparación con quienes se presentaron con mayor nivel de hidratación.